lunes, 16 de julio de 2012

EDUCACIÓN ESTIVAL

Y llegaron las vacaciones de verano... Eso también significa un nuevo cambio para nuestros hijos. Terminan el cole, la rutina del día a día y empieza a descontrolarse todo un poco.  El hecho de no madrugar, de acostarse más tarde, romper con la costumbre del curso escolar,... en resumen, modificar hábitos durante estos meses de verano puede conllevar al caos si no lo tenemos todo bien organizado. No estoy hablando de seguir a rajatabla un horario, eso ya lo hacen durante el resto del año, sino establecer un planning  en el que predominen las actividades de ocio, sin olvidar ciertas obligaciones diarias. Para ellos, toda  permuta significa nueva adaptación al entorno lo que implica un periodo de acomodación, unos días de altibajos hasta que se habitúen a la reciente situación. En estos meses que ya no hay clases, los hijos de padres trabajadores irán con los abuelos al pueblo o a la segunda vivienda de éstos, cuando no, como es el caso de Isaac, pasarán las horas en un casal d´estiu como suelen llamar aquí, en Cataluña, a los campamentos de verano.  
Este mes de mayo empezó mi duda en relación a qué tipo de centro eligiría para pasar estas semanas de julio hasta mi esperada llegada de vacaciones. Se trata de escoger un lugar que dé confianza, es allí donde seguirá la educación que ya le estoy dando en casa, que impartan valores a través de juegos y actividades para su desarrollo, esto aumentará la capacidad cognitiva y/o del lenguaje, que es adecuada para su evolución. Además, conseguir un aprendizaje a través de manualidades, excursiones, talleres de cocina, deporte,... todo ello  mediante la expontaneidad y experimentación de una mente llena de curiosidad e ingenuidad. La verdad es que estuve dudando hasta el último momento en apuntarlo al campamento de verano de la misma escuela donde está estudiando, la que estoy encantada por el acierto tan buena elección, o bien en el mismo barrio donde suele ir por las tardes. Ambos lugares me dan confianza, la duda era qué necesitaba mi hijo. Por un lado, estarían los compañeros y monitores de su colegio, un centro donde imparten enseñanza para alumnos con necesidades especiales y, por otro, estaría el esplai del barrio, donde se reúnen niños de diferentes edades escolares.
Un ambiente normalizado es lo ideal para nuestros hijos, pero también es un arma de doble filo. Hay niños que no entienden que existe la diversidad de personas, que todos somos diferentes tanto físicamente como en personalidad.  El hecho de que estos pequeños adultos no comprendan esta pluralidad puede ser debido a la educación que les dan en casa o por un  inicio de la insensibilidad, esto acarrea las consecuencias de atacar a aquel que ven más débil, burlándose e incluso agrediéndole en los peores casos. 
 Muchas veces, nuestros hijos, si son las víctimas, no verbalizan la situación,encerrándose en sí mismos y desahogando en otro momento su rabia contenida, sobretodo con quienes tienen más confianza. Suele ser con los más allegados y nosotros, sin saber el por qué de su conducta, tenemos que investigar el motivo de su enfado. Isaac suele no verbalizar emociones y/o sentimientos, es algo que trabajo día a día con él. Uno de los métodos que utilizo es la libreta de las emociones: un trozo de papel en blanco puede servir para darnos pistas de cómo ha ido el día. Sus emociones suelen salir en el momento menos esperado del día, durante la cena o antes de ir a dormir, por ejemplo. No hay que presionar, es mejor que nuestros hijos marquen los tempus, encontrarán el momento adecuado para expresarse, a su manera. Isaac lo hace de forma desordenada, mezclando frases que vamos estructurando ambos para llegar a una conclusión.  Se trata de un bloqueo, por un estado de ansiedad que  produce este hecho. Hay que tratar la situación con la mayor serenidad posible, aunque el  no poderles proteger en todo momento nos angustie por dentro. Cierto es que siempre queremos socorrer a nuestros hijos, pero debemos entender que no siempre podemos hacerlo.  Para ello, debemos de encontrar soluciones, como por ejemplo hablar con aquellas personas que se quedan a cargo de nuestros hijos para que hagan de mediadores y nos faciliten el poder evitar una nueva situación de conflicto. Ellos, mediante su experiencia profesional, sabrán como afrontarlo y solucionar el problema. Y tomarnos esta situación como un aprendizaje para nuestros hijos, no dejarnos llevar por la rabia y la impotencia de no poder escudarles siempre. Aunque ya se sabe, las personas nos movemos más por emociones que por lógica.

Noe Muñoz.